Innovación educativa
Innovar no es usar las TIC, ni dar la mayor parte de horas en inglés, ni ofrecer cursos de formación destinados a que los docentes aprendan a usar la herramienta X. Innovación es hacer lo mejor que uno sepa con los recursos con los que posee para adaptarse a la realidad que nos marca, en cada una de nuestras clases, una aula demasiado heterogénea para poder taxonomizarse. La innovación no se da en el laboratorio, la innovación se da en un contexto donde el fracaso está a la orden del día. Pocos aciertos y muchos fracasos. Experiencias de aula, basadas en conocimientos o prácticas adquiridas por los docentes, que determinan la validez de unas premisas que se han considerado previamente. La innovación educativa no depende de currículum ni de programaciones… la innovación educativa se mide en la realidad.
Resulta sintomático que algunos quieran vender innovación como tecnificación del aula. Es frustrante leer el listado de cursos que ofrecen las administraciones educativas, vía el Ministerio o Consejería (o, incluso, mediante los centros de formación del profesorado), que se centran exclusivamente en el uso de la herramienta X, Y o Z. Creer que la formación en herramientas, en competencias básicas teóricas o en aprendizaje basado en proyectos (que, en demasiadas ocasiones, se convierte en aprender haciendo proyectos no diseñando entornos de aprendizaje diferentes) vayan a solucionar la papeleta en nuestras aulas y permitan ir más allá de lo que estamos ahora. No es la tecnología, es lo que podemos hacer con ella. No es el inglés, es la habilidad de dotar de competencia lingüística en ese idioma a nuestros alumnos. No son las competencias, son las habilidades que debemos potenciar en nuestros alumnos. No es la metodología enlatada, es la adaptación al medio.
La innovación no vendrá de la mano de Decretos, ni de planes de formación alejados de las necesidades de los docentes, ni de líneas de trabajo (actualmente casi todas centradas en el plurilingüismo y las TIC). La innovación educativa se está realizando en los centros por aquellos que están haciendo lo que pueden con lo que tienen porque, seamos sinceros, montar un huerto escolar es infinitamente más innovador que crear un vídeo sobre los cultivos y subirlo a la red. Que si uno quiere explicar los tipos de vegetación de su zona en PowerPoint es mucho más triste que llevarse a los alumnos a dar un paseo por los alrededores. Que estamos frenando la verdadera innovación mediante la asignación de recursos a algo que, más allá de lo efectista que pueda ser, no nos da ningún valor añadido.
Por cierto… ¿para cuándo una formación masiva en el uso de blogs educativos? Una de las herramientas más sencillas, con posibilidades infinitas y que permite dotar de transparencia al trabajo que se realiza en las aulas. Quizás no vende como las Google Glass, la Flipped Classroom o la Realidad Aumentada pero, a mi entender, es mucho más interesante por lo que podemos hacer con ellos. ¿Qué pasaría si la creación del blog docente -y de aula- en lugar de dejarlo en opcional lo dejamos como obligatorio? Abrir el aula, y eso nadie puede discutirlo, implica a la fuerza innovación educativa.
Jordi Marti. (2014). Innovación educativa. 2014, de XarxaTIC Sitio web: https://xarxatic.com/innovacion-educativa/
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